"Soy Mariana, mamá de 3. Pau, a la cual por condiciones médicas y falta de información no lacté; mi segundo ángel, en el cielo que brilla para recordarme que la vida es efímera y hermosa; y Cristina, con quien conocí este bello camino de la lactancia.
Tengo hipotiroidismo y me dijeron que no podría lactar porque mi producción sería mínima; sin embargo, decidí que lactaríamos "lo que pudiéramos". Nunca tuve una meta determinada sino dar lo más que se lograra.
Cuando Cristy nació (cesárea), sola se acercó a mi seno, se acomodó como toda una experta y empezó a lactar. Por recomendación del pediatra la mantuve en alojamiento conjunto y sin fórmula (cuando yo pensaba que a todos los bebés por regla se los llevaban a cuneros). Llegamos a casa y me preparé para las noches en vela cuidando a mi bebé. Hicimos colecho y me sorprendió que comía tranquila y ambas dormíamos toda la noche. Al inicio me decían "no le des cada que te pida, se está mal acostumbrando" pero yo le daba cuando ella lo pedía (mamá informada sobre libre demanda). Empecé a crear mi banco de leche ya que tendría que volver a trabar y mi esposo y yo hicimos equipo; practicábamos tiempos para descongelar y calentar la leche para cuando yo estuviera fuera y él pudiera alimentarla. Así, llegó el día de volver a la oficina. Mis senos reventaban los primeros días ya que no había donde hacer extracción y pasaban horas para que yo pudiera salir a comer. Al salir, inmediatamente le daba pecho para que me ayudara a descongestionar.
Ante esta situación pedí hacer efectivo mi derecho al horario de lactancia y poder realizar las extracciones para mantener mi banco de leche. Un día, mi jefe vió el ritmo que llevaba. Estaba presionada por continuar mi lactancia y coincidió con una serie de trabajos extras en los cuales me llevaba a mi bebé a la oficina para poder alimentarla y cubrir el trabajo adicional. Vió como combinaba mi responsabilidad laboral con mi maternidad y me dió la oportunidad de tener a mi bebé en la oficina. Así lo hicimos hasta los 6 meses. Una contadora cumpliendo su trabajo y criando a su bebé quien no hacía ni ruido. Cristy se sentía segura: estaba con su mamá, dormía más de lo que estaba despierta, mis compañeros sabían la hora en que yo lactaba y se retiraban para darme privacidad. Tuve una oportunidad de oro, y en ella demostré que la maternidad no está peleada con la capacidad de una mujer para cumplir con su trabajo. Por las mañanas estaba conmigo y por las tardes se quedaba con su papá. Ese gran apoyo que tuve de hombres informados sobre la importancia del apego y la lactancia nos permitió continuar lactando hasta los 30 meses de edad. Tuvimos y superamos COVID y meses después hicimos un destete consciente con mucha paciencia e informados. El apoyo incondicional de mi marido durante los 30 meses fue fundamental. Validarme, informarse, educar a quienes preguntaban porque aún lactaba. Me llena de orgullo verlo ejerciendo su paternidad responsable y compartiendo la importancia de la lactancia con más personas.
Somos activistas, respetamos, fomentamos y somos ejemplo de que la naturaleza es sabia y solo hay que confiar en nosotras para dar este regalo que será para toda la vida".